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NAVIDAD PERUANA
Fuente de inspiración y tradición artística





ArteCorpus presenta una pequeña muestra de importantes obras  del arte peruano, que conmemoran la celebración más difundida del Catolicismo.


-Por Raquel Carolina Castro Carbonell*-






Una imagen vale más que mil palabras” es un dicho que siempre recuerdo al tratar los diversos temas del arte. Si hay una forma de comunicación que se ha mantenido desde los inicios del mundo hasta la actualidad, esta es la representación gráfica. La imagen es el medio de transmisión de ideas por excelencia: el arte lo utilizará siempre para desarrollar habilidades, técnicas y procesos de creación.

La catedrática norteamericana Donis A. Dondis señalaba en su libro La sintaxis de la imagen. Introducción al alfabeto visual (1973) que los símbolos difunden, convencen, educan, conservan las tradiciones, muestran nuestro entorno, sus cambios e innovaciones.

Las fuentes de inspiración para encontrar ideas de creación son múltiples, desde lo real hasta lo mágico-religioso.

Considero  que  el catolicismo se valió de las imágenes para convertirse en la religión predominante a lo largo de la historia peruana. Su herencia secular representada por figuras religiosas y escenas bíblicas, cargadas de simbolismo y significado, marcaron nuestras expresiones artísticas.

Uno de los temas recurrentes en el arte nacional es la Navidad o Natividad, la representación del nacimiento de Jesucristo -líder, pensador de la religión cristiana, cuya celebración se inicia con San Francisco de Asís en Italia-. Traída al Perú por los españoles en el siglo XVI, irrumpió en nuestras tradiciones artísticas ancestrales al hacer que circulen en talleres de indígenas, mestizos y criollos tablas e imágenes basadas en la nueva religión.

Navidad Ilustración de Guaman Poma de Ayala
Los españoles introdujeron aquí las corrientes artísticas de Italia y Flandes con sus formas clásicas del renacimiento. Asimismo, la llegada de artistas italianos como Bernado Bitti, Mateo Pérez de Alesio y los grabados europeos, gracias al establecimiento de la Compañía de Jesús en 1568, permitieron una mirada a la Contramaniera o Antimaniera que intentaba superar el carácter rebuscado del Manierismo.

La obra de Alonso Gómez, uno de los primeros escultores  españoles afincados en el Perú, en su relieve policromado de 1558 “La Adoración de los Pastores” en la Catedral de Lima muestra contrastes de formas clásicas,  razgos  realistas  y logrados de la virgen en su rostro y expresión que chocan con la dureza y  hieratismo de los otros personajes.


La Lima colonial mantenía un intenso fervor religioso y orgullo criollo. El patronazgo artístico de las autoridades eclesiásticas dio paso al desarrollo del Barroco, corriente artística mensajera de la Iglesia, que seduce, maravilla, es teatral, dramática y artificiosa en sus contradicciones, como la Sagrada Familia del suntuoso altar mayor -ensamblado en 1708- de José de Castilla, ubicado en la iglesia monacal de Jesús María -en el Centro de Lima-.

Nacimiento Cusqueño
A fines del siglo XVII y durante el S. XVIII aparecen artistas indígenas que mostraron con libertad una visión característica del mundo cristiano, paisajes idealizados, juegos de perspectiva, jerarquización de personajes sobrenaturales con trajes de la época, y mucha utilización de colores rojos, ocres, dorados, en una de las corrientes más sobresalientes del arte colonial peruano: la Escuela Cusqueña. Gracias al sincretismo de la época, la corriente replanteó el concepto, la idealización de lo divino y lo terrenal, combinó la representación europea con la simbología tradicional, el colorido andino con el claroscuro.

El fervor religioso fue mantenido por los pueblos andinos del Perú, cuyos artistas formaron lo que, posteriormente, se llamaría “artes populares tradicionales”. Tal es el caso de la imaginería o modelado de imágenes religiosas, ejemplo del sincretismo y la interacción cultural, mezcla de la fe católica con las culturas andinas ancestrales.

El misterio de Belén fue uno de los temas favoritos de los escultores de piedra de Humanga o alabastro en ayacucho, producidos en los talleres locales “Belenes”o nacimientos en miniaturas para la devoción doméstica cuya talla contiene  a los personajes sintetizados en formas estructurales

El retablo ayacuchano, transformación del San Marcos, creado a mediados de siglo XX por Don Joaquín López Antay, da inicio a coloridas manifestaciones costumbristas que responden a deseos de solicitantes con imágenes alusivas a la Navidad.

Nicanor Jiménez Quispe Ayacucho 1957
Las figurillas de pasta de arroz, papa y harina de trigo de Don Hilario Mendívil Velasco, llamaron la atención por el alargamiento y estilización de los cuellos denominados “Llama Kunka” -o cuello de llama- en sus santos y reyes magos. Además, la coloración cobriza de la tez en sus artesanías, con coloridos y ampulosos trajes, grandes y alargadas manos, lo inmortalizaron como el gran imaginero cusqueño.

La imagen de la  navidad continúo con  las más bellas creaciones de  artistas populares gracias a  las industrias culturales y su  rescate de la identidad peruana  manteniendo uno de los temas más tradicionales de nuestro pasado colonial, reflejando su herencia en las transformaciones del arte peruano y su sociedad.



* Historiadora del arte y gestora cultural, Universidad Nacional Mayor de San Marcos


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